Nuestro director, Javier Torregrosa, ha analizado el rostro del seleccionador nacional para descubrir su verdadera personalidad.
La psicología del rostro o Morfopsicología es una disciplina científica inicialmente clínica-médica, derivada de la neurociencia, que contempla las conexiones y similitudes entre las partes del cerebro y su funcionamiento, con la estructura y partes del rostro humano, de una manera contrastada estadísticamente.
El origen de la Morfopsicología reside en Francia, donde está muy instaurada en investigación clínica, formación universitaria y sobre todo en la medicina psiquiátrica. Ésta, parte del estudio del cerebro, sus capas y hemisferios, justo en la parte donde la neurociencia es aplicada a la personalidad y conducta humana. Es una disciplina de origen clínico aún apenas conocida en España, pero muy instaurada como decimos en Francia, donde se atreven a catalogarla de ciencia, ya que supera el 95% de fiabilidad.
La diagnosis y lectura del rostro, se trabaja básicamente en dos estructuras:
- Una de ellas, nos lleva a la “interpretación psicológica” del rostro visto de frente. Ésta nos hablará de las competencias y cualidades del sujeto, así como de sus puntos de mejora.
- La otra siempre se observa y estudia de perfil y nos dará la lectura de en qué partes hay control, protección y ralentización y en cuáles espontaneidad y rapidez y acción.
Como resumen de la lectura del rostro de nuestro seleccionador nacional, podemos ver que las partes del cerebro que tiene más potenciadas son la emocional y la cognitiva. La mayor parte de decisiones que se procesan en el cerebro de Luis Enrique, se tomarán con estos dos sistemas, el cognitivo y el emocional. En el emocional, además, podemos ver un constaste muy significativo, porque a pesar de tener un cerebro muy potenciado, éste, el emocional, es demasiado impulsivo y con muy poco control. Estas características las podemos ver sin mayor problema en su cara, al observar la escasa altura de su nariz y el hundimiento horizontal de la zona alta de su nariz a la altura del entrecejo respectivamente.
Por otro lado, podemos observar que los orificios de su nariz están abiertos, lo que otorga cierta susceptibilidad. Aumentada ésta por su timidez emocional.
Su boca, carnosa, le procura una comunicación a veces no demasiado selectiva y no muy refinada.
Y todo lo mencionado hasta ahora, nos ayuda a entender el comportamiento tan temperamental del seleccionador nacional, que no destaco como negativo sino como un sello propio que lo define.
Por otro lado, estudiando el perfil de Luis Enrique, en cuanto a su parte racional, podemos ver con claridad cuál es su comportamiento. Un comportamiento, de entrada, de una persona cauta y bastante desconfiada, que analiza todo de manera contundente antes de definirse y de tomar una decisión. Lo podemos ver en sus ojos encajados en las cuencas orbitales y en su frente recta.
Pero no es así su cerebro emocional, ya que, como decíamos, es susceptible e impulsivo, también poco abierto a compartir con otros aquellas emociones que centrifugan constantemente en su interior, lo que además le hace ser algo rencoroso.
Por último, me gustaría destacar su resistencia a largo plazo y su alta capacidad de llevar a cabo y conseguir aquellas metas que se propone. Podríamos decir que Luis Enrique es obstinado hasta el final.
Javier Torregrosa es el director del máster de comunicación no verbal científica y comportamiento humano de la Fundación Empresa Universidad de Alicante.