Racional, emocional, terrenal, impulsivo, paciente, sociable, introvertido… todos tenemos una serie de adjetivos que definen nuestra personalidad.
¿Y si pudieras conocer cómo es una persona únicamente observando sus rasgos faciales?
La morfopsicología o psicología del rostro nace en Francia de la mano de Louis Corman, psiquiatra francés, y médico jefe del departamento de psiquiatría para adultos en el hospital de Saint-Louis de París. La morfopsicología es una disciplina que se encarga de estudiar y conocer la personalidad humana según sus facciones.
Existen 12 pares craneales de nervios que nacen directamente del encéfalo. Éstos proyectan y manifiestan en nuestra fisionomía de forma inmediata lo que ocurre en nuestro interior.
Además, esta ciencia no se centra solo en la psiquiatría, si no que existen diversos estudios que verifican la existencia de coincidencias en los rasgos de delincuentes. Violadores, asesinos en serie, maltratadores, estafadores o atracadores… cada tipo de delincuente tiene algo en común.
Esta ciencia aplicada a la criminología, es de gran ayuda en cualquier investigación. Mediante la morfopsicología somos capaces de saber si lo que el individuo muestra en su rostro son los rasgos de una persona impulsiva, capaz de hacer cualquier cosa, si ha sido el autor de un delito aislado o podría cometer más en un futuro, si se deja guiar por las emociones de manera temeraria, si sus necesidades sexuales son peligrosas, o si se trata de una persona astuta y con necesidad de conseguir lo que quiere a cualquier precio.
Todos los grandes criminales de la historia tienen rasgos en común que manifiestan sus impulsos más escondidos. Aquí os dejamos algunos ejemplos:
Ted Budy (asesino en serie)
El carnicero de Milwaukee
Leon Ridgway (violador y asesino en serie)